UBICACIÓN

Pueblos con los que limita el territorio muiscas.

El país de los Chibchas comprendía las planicies de Bogotá y Tunja, los valles de Fusagasugá, Pacho, Cáqueza y Tenza, todo el territorio de los cantones de Ubaté, Chiquinquirá, Móniquirá, Leiva, y después por Santa Rosa, y Sogamoso hasta lo más alto de la cordillera, desde donde se divisan los llanos de Casanare. El punto más extremo al norte vendría á ser Serinza, por los 6 grados de latitud, y al sur Sumapaz, por los 4 grados. Más como la dirección del eje más largo de esta elipse no es exactamente en el sentido del meridiano, puede calcularse su longitud en cerca de cuarenta y cinco leguas de veinte al grado, y su anchura media de doce á quince leguas, con una superficie de poco más de seiscientas leguas cuadradas, y con una población aproximada de dos mil habitantes por cada legua cuadrada, tan considerable como la de cualquiera de los países cultos de Europa. Esta población así acumulada, la mayor parte en tierra fría, sin ganados que le procurase alimentos nutritivos, ó que la auxiliasen en las faenas de la agricultura, necesitaba para vivir ser con extremo sobria y laboriosa, y con efecto lo era, pues no sólo se mantenía en la abundancia, sino que conducía sus sobrantes á los mercados de los países circunvecinos, en donde los cambiaba por oro, pescado y algunos frutos de las tierras calientes. ¡Singular configuración la de un suelo como el de Nueva Granada que desde los tiempos primitivos está indicando á sus habitantes que deben unirse con los vínculos más estrechos para consultar la satisfacción de sus necesidades y vivir felices; y aviso claro de que contra lo que está marcado con el sello de la naturaleza encallaran siempre las tentativas de los legisladores inex­pertos, que no consulten en sus obras ni las lecciones de la historia ni las leyes eternas que rigen á las sociedades desde su cuna!
Lindaba los Chibchas por el occidente con los Muzos, Colimas y Panches, tribus guerreras y feroces, con quienes vivían en perpetua hostilidad. Por el norte con los Laches, los Agataes y Guanes, y por el oriente con las tribus poco numerosas que habitaban hacia los llanos, el declive de la cordillera oriental.

FURA Y TENA:
La leyenda de Fura y Tena hace parte del patrimonio cultural de la zona de explotación de esmeraldas de Colombia y las dos montañas que los representan con 840 mt (Tena) y 500 mt (Fura) de altura, sobre el rio Minero Guaquimay, Carare o Zarbi como lo describe la leyena y que los divide en dos, son un orgullo y una muestra de la riqueza natural de la región conformada por un bosque nativo de una impresionante variedad silvestre entre las que se destacan las 3000 variedades de mariposas que también hacen parte de la historia. Estas montañas fueron lugar de culto de los indios Muzos, considerado asiento de sus dioses y altar de sacrificios.
La leyenda es parte de los relatos precolombinos que se han conservado en el tiempo gracias a la tradición oral de los habitantes de la región
La leyenda es parte de los relatos precolombinos que se han conservado en el tiempo gracias a la tradición oral de los habitantes de la región y que han sido recopilados por varios escritores plasmados en varios escritos de mitos y leyendas de la zona. A continuación podrán leer una de las versiones más completas de la Leyenda de Fura y Tena:
“Fue Are el supremo dios, creador del territorio y pueblo de los Muzos, como una inmensa sombra inclinada asomó por los lados del Gran Río (Magdalena) atravesando en lento vuelo la inmensidad del espacio y al vaivén de su paso columpiante, según la mayor o menor detención del movimiento, iban surgiendo las montañas y los valles como agradecida salutación a su creador. Se detuvo después a orillas del sagrado río minero y de un puñado de tierra formó los ídolos que llamó Fura (mujer) y Tena (Hombre), que arrojó después a la corriente, en donde, purificados por los besos de la espuma tomaron aliento y vida, siendo ellos, los dos primeros seres del linaje humano.
Are les señaló los límites de sus dominios, les enseñó a cultivar la tierra, fabricar la loza, tejer las mantas y a luchar bravíamente para defenderse de las fieras y de los seres extraños que llegaron a sus territorios; les dio normas de salud y de vida, inculcándoles la libertad sin limitaciones de ninguna especie, les puso el sol, la luna y las estrellas y para que eternamente gozaran de la tierra les concedió el privilegio de una perpetua juventud, pero el amor debía ser único y exclusivo entre los dos, regla de vida que violada por la infidelidad, traería para ambos la vejez y la muerte.
Así Fura y Tena fueron formando el mundo de los Muzos; pasaban años y siglos, generaciones y generaciones, pero el tiempo no llegaba hasta ellos; siempre en perpetua juventud y progresiva fecundidad veían como su descendencia descuajaba las montañas y poblaba los dominios. Cada Muzo, cumplidos los veinte años, escogía parcela y formaba su hogar, plenamente libre, sin sometimiento a régimen de gobierno alguno, sin otra obligación que la de venerar a los sagrados progenitores, Fura y Tena.







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